Hoy, Día de Europa, publicamos el microrrelato ganador del concurso «Europa rural», en la categoría de personas de 18 años en adelante. El jurado ha decidido desestimar varios microrrelatos, que no cumplían bien uno o bien ninguno de los dos requisitos imprescindibles (incluir de alguna forma una mención o alusión a la comarca Asón-Agüera-Trasmiera, e incluir igualmente una alusión a Europa). Este ha sido el caso, también, del único microrrelato presentado en la categoría de menores de 18 años que, por tanto, queda desierta.
Queremos transmitir nuestra inmensa gratitud, como siempre, a todas las personas que os habéis animado a enviarnos vuestros textos, y nuestra noragüena a Yolanda, asidua del concurso que gana por primera vez.
Microrrelato ganador
MURRIA, de Yolanda Martínez Sacristán (Bilbao)
Esta mañana has subido hasta la cabañuca de la Herada. Has contemplado la
inmensidad de la valle* que se va desangrando poco a poco y que protege a los viejos que
se resisten a abandonar sus pueblos. Los ves inclinarse, cada vez más, en su bastón y,
luego, sentarse en la corralada a tomar los rayucos del tibio sol, para un buen día, dejar
de estar, tresponer. Las ventanas se cierran, se recogen los aperos en el sobrau y el
hogar languidece esperando a que, en verano, vengan los nietos, acaso, para las fiestas
del pueblo; esos mismos que emigraron a la comunidad vecina. Los mas valientes, los
que se quedan, ya no quieren tirar del ganau, ni trabajar la tierra. Hoy emulan la vida que
hacen sus amigos de la ciudad, la misma que se llena hasta reventar de criaturas
desposeídas de humanidad y hacinadas en barrios mal diseñados . “Ocurre también en
Europa”, dicen. “Las explotaciones ganaderas han disminuido un 36 por ciento”. Mas eso
no es consuelo para ti.
Ves en la puerta de la tu casa a Sandruca, tu nieta. La llamas a gritos, agitas el
palu en el aire; sin embargo no te ve. Te acercas más, pero ella mira a través de ti,
contemplando el San Vicente sentada junto a la entrada de la cuadra y observas como
una lárima chica de murria esculla de los sus ojos.
Es, entonces, cuando lo comprendes todo.
*Hemos respetado las cursivas del texto original.
Microrrelatos finalistas
VICTORIA, de María Viota Moreno (Castro-Urdiales)
9 de mayo, su cumpleaños, regalándose un paseo en solitario por la naturaleza.
Este año era muy necesario. Tendía a irse por las ramas. Quería centrarse en el
momento presente, pero divagaba sin cesar. Comenzaba valorando la belleza
del entorno, el aire puro, las peñas a lo lejos, los robles. Contenta, pero al tiempo,
su imaginación volaba a otros lugares, montañas lejanas y otros bosques. Según
se acercaba a las peñas, se sintió animada. ¡Postularé para esa vacante en
Austria! ¡Quizás también para Alemania! ¡Y Francia! ¡Qué bonita tiene que ser
Europa! Siguió caminando. Los aromas, la vegetación, y el silencio aplacan
levemente el ruido. Se sintió emocionada, ¡cuántas ilusionantes ideas! La
angustia emergió de repente. ¡No tenía dónde anotar toda aquella maravillosa
inspiración brindada por la naturaleza! No podía arriesgarse a perder esas ideas,
a viajar lejos y disfrutar de los montes de un país europeo.
Ese pensamiento comenzó a pesarle. ¡Necesito volver cuanto antes!
Conectarme, enviarlo. ¿Cuál de los dos ramales tomaré para llegar antes?
Estaba confusa cuando aconteció algo maravilloso: un delicado petirrojo se posó
frente a ella, se miraron segundos eternos, y fue en ese precioso preciso instante
cuando ella tuvo la certeza de que su sitio estaba allí, con sus maravillosos
paisajes, sus peñas, pájaros y buitres, sus gentes, su rica cultura. Justo en ese
momento cuando el petirrojo voló lejos entre los ramales, ella abrazó el momento
presente y esa fue su mayor victoria, allí, en los Ramales de la Victoria.
RODEADA DE VIDA, de Carmen Secades Muñiz (Santander)
Rodeada de vida, rodeada de verde, no puedo evitar que me embargue la emoción. Que mi imaginación viaje ávida hasta mi niñez y me haga recordar clarísimamente a esa niña que corría libre sin separarse demasiado del abuelo. Porque el abuelo lo sabía todo, cerca de él no podía pasar nada malo.
Vuelvo al ahora cuando ella me coge de la mano. Valle, mi pequeña de cuatro años se encuentra por primera vez con el lugar que evoca su nombre. Me mira con ilusión, con la ilusión que solo puede encontrarse en la mirada de una niña y me insta a caminar más rápido. Tiene prisa por descubrir un entorno que no conoce, lleno de hayas y helechos, con animales e insectos que solamente suele ver en los libros, porque en Bruselas pocas veces salimos de la ciudad. La niebla no ha levantado aún y el aire está envuelto en misterio.
Cierro los ojos para olerla. La cascada del Asón se siente por la nariz y los oídos antes de dejarse ver. Soy capaz de percibir la humedad, reconozco la curva en el camino, pero me sorprende no oírla todavía. Unos pasos más y resuelvo el enigma. Mi enorme cascada, la de mi niñez, se ha convertido en un pequeño chorro de agua. Sigue siendo de impresionante altitud pero está casi seca. El agua que le falta se agolpa en mis ojos al darme cuenta que al paraíso también llegan los feroces efectos del progreso, una acechante sequía.
CHORLITO GRIS, de Mª Pilar Villanueva Gómez (Liendo)
Paleta de sombras, colorido de invierno, tonos que nos avanzan lo que está por llegar.
Cuesta que las burbujas luminosas del amanecer floten en el cielo de Finlandia.
Nuestro chorlito gris ya está inquieto, siente la llamada…otras latitudes le aguardan.
Junto a su reducido grupo, va tejiendo esa inquietud.
¡Levantar el vuelo, conquistar el cielo…!
La plácida armonía de los días previos se ve alterada, mucho nerviosismo ante la inminente partida.
Aparece lentamente el poderoso destello del sol al irrumpir rasgando el horizonte: próximo destino, el viaje.
La ruta que le conducirá hacia el sur está en sus genes minuciosamente descrita
Junto a su pequeña colonia pondrá rumbo hacia enclaves desconocidos, espacios naturales, protegidos, sin él saberlo.
Allí se reunirán con otras aves de muy distinta procedencia, aliadas del camino unas, rivales otras. Hay que limar asperezas. Hermoso canto de convivencia.
Volará alto, muy alto, brillará blanco en las alturas, como las estrellas siempre brillando en blanco, ¡elegancia innata! Volarán, en grupo, una sola intención, un único camino, un único afán, visibilizar ese anhelado paraje.
Extenuado, aunque nunca tentado a abandonar, a punto de desfallecer, sus ojos entornados; majestuosas, extraordinarias, las marismas de Santoña se extienden ante él.
Como oasis en el desierto, maravillosas, entre otras, Victoria y Joyel.
Entorno natural y extraordinario, paraje absolutamente privilegiado.
Será una pausa en el camino.
El acogedor calor africano le espera.
Merece la pena avistar (entre agosto y noviembre) al pequeño chorlito gris que nos visita cada año.
¡Animales sencillos, gestas extraordinarias!